8.11.09

Proyecto argumentativo

Sobre la esencia de ser padre.

Es un dichoso infortunio el no tener hijos.- Eurípides.

Imaginate un compromiso con otra persona por el resto de tu vida. Hasta, y es de lo más probable, puede no caerte bien. Y sin embargo estás obligado para con ella por siempre.
No hay necesidad de imaginar, eso significa ser padre, de eso trata ser padre, de tener que responder a todas las exigencias de otra persona cualquiera. ¿Cómo es posible que una relación de esta índole haya sobrevivido en nuestra cultura desde sus momentos más arcaicos? ¿No somos supuestamente una sociedad cuyo valor máximo es el respeto por los derechos individuales, por la vida individual, por la felicidad individual?
Siempre condenados a una relación donde no se puede reclamar nada y sin embargo verse obligado a responder sin chistar. ¿O existe acaso el hijo que deja a su padre inmiscuirse en su vida, por más que sea por su propio bien?
Mucho tienen que hacer los padres para compensar el hecho de tener hijos. (Nietzsche)
Es que siempre se ve al revez, desde el lado del hijo. Es que todos somos hijos, pero no todos son padres. Porque ser padre es una decisión de la propia vida. Vaya uno a saber porqué leyes cósmicas del universo psicológico es que uno tiene tan internalizado el papel, que hasta llega un punto en que realmente uno lo desea.
Se quiere ser padre como se quieren tantas otras cosas en nuestro breve lapso de existencia, pero lamentablemente esa decisión, que hasta podría categorizar como un capricho, no tiene vuelta atrás. Nos condenamos a tener que responder a una persona cualquiera, a tener que estructurar nuestra propia vida por y para nuestros hijos sólo para poder recuperarla cuando a ellos les entra en gana. Cabe aclarar que obviamente esto no sucede hasta que ya el momento del ahora se haya escapado de nuestras manos, cuando ya nos acostumbramos a vivir de glorias pasadas y perdimos la capacidad de imaginar un futuro propio.
A veces pienso que ser padre es querer escapar de la realidad, es querer dejar de vivir la vida un rato. La frase “Paren el mundo que me quiero bajar” nunca me pareció mas precisa para explicar la única condición posible para que una persona cualquiera con dos dedos de frente decida condenarse a semejante relación: sólo lo explica la depresión. Podría acotar que en muchos se produce por el miedo irrefrenable al vacío de saber que se va por mitad de camino y no se logró absolutamente nada para ser recordados sobre la faz de la tierra, pero tal vez no debería generalizar.
Sin embargo, al caer en cuenta de que la cosa va en serio, los hombres como los seres de frente bien alta que somos, tomamos responsabilidad de nuestras acciones y nos hacemos cargo, porque ya hubo uno que dijo que tener hijos no lo convierte a uno en padre, del mismo modo que tener un piano no lo vuelve pianista. (Michael Levine) A pesar de todo, a pesar de arrepentirnos de todo, realmente los que somos bien hombres intentamos hacer lo mejor que podemos. Incluso están aquellos que buscan por todos los caminos no repetir los errores de los propios progenitores, pero es la bendita psicología la que nos condiciona al fracaso. Vaya uno a saber por qué ley cósmica nuestro hijo está casi obligado a elegir para su vida lo opuesto a nuestro deseo como padre. Incluso conozco un caso en el que el buen hombre vio un talento artístico en su hijo y lo impulsó a estudiar arte. Le dijo que se quedara tranquilo, que lo apoyaría aún cuando él sabía que el futuro sería difícil. Su hijo dejó la escuela de arte y se metió para administración de empresas.
Ser padre es una decisión irrevocable, de consecuencias de por vida y sobre todo, condenada al fracaso. Qué ironía que nosotros mismos nos prestemos a ello.
Lo peor de todo, es que la relación padre-hijo es intrínsecamente antinatural. No es como cualquier otra relación donde uno al menos elige con quién relacionarse. Yo elijo mis amigos, elijo la mujer con la que pasar el resto de mi vida y elijo cuando divorciarme de ella también. He ahí un gran avance de la sociedad: el divorcio. Y la pregunta que me agobia es cómo es que se cae en la gran hipocresía de admitir que es imposible (o al menos posible que no se pueda) mantener amor eterno por tu mujer/marido (al que por cierto se elige con anterioridad) y aún así seguir con la idea de que un padre tiene que amar incondicionalmente a un hijo. ¿Cómo es posible que se siga creyendo que tal cosa es siquiera posible? Y es que amar a los hijos es mas que un simple sentimiento (L. Serrat), es una obligación y como tal, no puede pensarse que no va a ser resistida.
No busco caer en una paupérrima generalización, no es mi intención describir normativamente lo que yo entiendo por paternidad, es menester aceptar que existen las veces en que padre e hijo se llevan relativamente bien y hasta los hay los que se consideran amigos. Pero más que ejemplificar que el azar existe donde la excepción hace la regla, tales casos sólo dibujan la fina línea que existe entre ser un padre bueno y ser un buen padre. Seguramente aquellos que derrochan halagos propios en el deleite de una buena relación sólo hayan logrado una tibia amistad al costo de abandonar el papel de padre. Se piensan una relación más sincera, y tal vez lo sea, pero siempre estará condicionada por el hecho de que uno es la mitad genéticamente del otro, aunque ese otro prefiera omitirlo.
Que debería existir el divorcio de hijo, no me queda la menor duda. Poder poner un fin sano a una relación que no va ni para delante ni para atrás me parece lo más sensato. Algunos podrían decir que se perdería la esencia de la paternidad pero es hasta probable que quitándole el carácter de compromiso, y sin la presión que esto conlleva, se pueda desarrollar una relación mucho más disfrutable. Y si no, si te he visto no me acuerdo.

3.8.09

sobre un proyecto de escritura...

i dont care if monday is blue...

Otro lunes, otro post. Mis amigas se fueron, me despierto sola otra vez.
A ver, sí faltaban palabras, muchas gracias Lis, y sí, la mitad de las cosas pueden no entenderse, pero no sé cúales particularmente. Quise escribir corto y sencillo y así salió. Si me pongo a explicar cada cosa... En un momento sé que uso... palabras que tal vez no son tan conocidas, como alimaña o teleñeco, pero existen! No se usan acá, como random o boli que de vez en cuando se me escapan en la vida normal, pero es jerga rutera y nosé, me sale así y no quiero sacarlas, pero tampoco explicarlas... Debería sacarlas, pero no! Son como... es la apropiación de la ruta, hablar en rutero...
Qué son monitores, y material.... Si lo explico se corta el texto... Algunas partes... que bueno, sí, creo que las entendería yo y un par más, ni siquiera todos mis compañeros, así que traté de expandirme un poco sin cortar. Pero no se va a entender todo. Nunca se va a entender todo... Pensé en subir un par de fotos del viaje, de alguno de los momentos de los que hablo, pero no aportarían nada particular al texto. Tal vez suba alguna, pero solo porque sí.
Va a haber quiebres, obviamente, no es un relato lineal, ni cronológico, ni completo, ni nada. Son simplemente... aristas, pequeños recuerdos que tocan la superficie de algo más grande.
No emi, ¡no es a Machu Pichu mi viaje! =P jaja Pensé que había quedado claro cuando hablo de la ciudad de Mexico! Bueno, tal vez no quedó tan claro... Mi amiga fue a Machu Pichu en el 2005 con la Ruta ese año. Ahí me enteré de la beca y me moría por participar, ¡me moría por ir a Machu Pichu! Pero era su viaje, no hubiera podido conmigo misma si ganaba y le quitaba el viaje o si perdía y ella ganaba o si las dos perdiamos... Eran demasiados escenarios de una situación lose-lose. Así que esperé al año siguiente, cuando era mi última posibilidad y gané. Y me fui. Y era Mexico y no Perú, y eran piramides y Acapulco en vez de Machu Pichu y unas líneas.
Después, con amigos de la Ruta sea dicho de paso, fui a Cuzco y todo. Por eso lo de ya tocaría Machu Pichu, pero mi Ruta no fue a Peru, fue a Mexico.
El relato es desordenado y está en clave Ruta, pero no se me ocurre otra cosa. No será una brillantez, si es que existe tal palabra, ni una genialidad. Como dijo alguien una vez: No puedo pedir que el invierno perdone a un rosal, No puedo pedir a los olmos que entreguen peras...
No sé cúal sería la segunda historia, ¡diario de una pasión tampoco tiene una segunda historia y ganó un oscar! Es simplemente un viaje que estaba armado y que a veces parecía un boot camp, pero que a medida que pasaban los días te lo ibas apropiando. Por eso es que terminé escribiendo un camino de heroe, (diría que me decidí por ello, pero en realidad me salió así) La idea de amigos, enemigos y pruebas... Era eso. La Ruta era eso. Era estar en medio camino a la cima de otro volcán y que baje un guardaparques a decir que improvisemos campamento ahí, que más arriba había "emanaciones" de azufre toxicas. Era evacuar campamento porque había una serpiente de esas rojas rojas que te matan. Era improvisación, eran compañeros, eran malos días, eran buenos días tía maría. Traté de que en cada fragmento se visualice el paso del camino del heroe en cuestión. En mundo ordinario (El mundo normal del héroe antes de que la historia comience.) exageré la rutina de un mal día pellegrinense (a proposito ciudad + inglés). No pretendo que se entienda lo de la escalera, es chiste interno, tampoco es central, simplemente un elemento más. En llamado de la aventura (Al héroe se le presenta un desafío o aventura) jugué con la idea del llamado y me puse a hablar por telefono en un dialogo no pausado y simplemente deslicé la idea del viaje y el trabajo, en este momento realizados por mi amiga. En rechazo del llamado (El héroe rechaza el desafío o aventura, principalmente por miedo al cambio) simplemente nombro las razones por las que no realizo el trabajo en ese 2005 y en ayuda sobrenatural (El héroe encuentra un mentor que lo hace aceptar el llamado y lo informa y entrena para su aventura o desafío.) me invento un sueño. Y así. Cada parte es cómo yo fui interpretando el camino del heroe en la Ruta, con el vocabulario a veces soy rutera para demostrar esa apropiación y a lo largo del texto intento simplemente decir que es por la Ruta que hoy sé cosinar arepas, contar hasta diez en sueco y armar un iglú. Mentira, ya sabía armar un iglú. Simplemente quiero decir que todo esto nació con las ganas de superarme, que me ezforcé , que me lo gané, y que es el día de hoy que la RUTA QUETZAL es, por lejos lo mejor que me pasó en la vida.

20.7.09

Proyecto de narración

Pensar un poco en la Ruta me hace sentir mal e incompleta. Bien, me hace recordar la tierna adolescencia.
Al final, luego de dar un par de vueltas en mi cabez y escribir desaforadamente mil cosas, terminé por adoptar los 12 pasos del camino del héroe a la Ruta.
No hay forma de escribir sobre la Ruta y sentirse satisfecho. Siempre hay más. Como Funes, hablar de un día me lleva un día. Así que, abordé el tema desde el camino del héroe lo que me permitió escribir sobre esos pequeños momentos que hoy, años después (el 2 de agosto se cumplen dos años) los recuerdo agigantados.
Este sería un primer borrador sin revisar. La idea sería en los apartados donde se hace referencia a lugares particulares agregar algo de información sobre el lugar y el motivo de la visita. ¡Pero son seis páginas! Yo no sé cuanto había que escribir pero siento que me falta mucho y siento que no puedo terminar de cerrar la idea.
¿Dije que es la Ruta? No. La ruta queztal es un proyecto, una beca educativa orientada a chicos de 16, 17 años de españa , de ámerica y demás europa que hablen castellano. Son 46 días de viaje, mi edición fue a Mexico y España pero los destinos cambian todos los años según los temas que se eligen para concursar. Mi año: La Nao de la China. Influencia de la cultura china en la cultura mexicana. Conocen Puebla? Y el traje típico mexicano? Buenooo... de ahí vienen nomás.
Es todo muy raro y bizarro para que se entienda, y menos en un par de líneas. Pero lo que más quiero destacar es que la Ruta es algo muy fuerte, un sentimiento que no se termina nunca, un viaje que no se termina nunca.
Mañana llegan unas amigas suecas, de la ruta. Y en diciembre me voy a Panama y a Venezuela, con amigos de la ruta.
Quería que en el texto se vean esos pequeños momentos que hacen de la Ruta la Ruta. Y podría decir mil cosas más y escribir mil hojas más, porque de hecho, hablo de ciertas cosas pero nunca ni un día completo. ¡Con lo locos que eran los días allá! Con decir que tengo mi foto con el Rey o Juancito Carlos como le digo yo.
Acá están, estos son. Doce pasos en los que me apropié de un viaje y marcó un antes y un después.

Mundo Ordinario

Ocho de la mañana y el cielo era gris. Ocho y media y el ruido del microondas le parecía desaforadamente aturdidor para esa hora. Desayuno y eran las nueve. Ella por la ventanilla se extrañaba de lo poco emocionante de la vida citadina. Once y media y Ciudad Universitaria nunca se vio tan triste. Decidió no correr el 37 y doce y cuarto estaba sentada en los asientos del fondo. No se acordaba por qué no le gustaba sentarse ahí. Lomo de burro y entendió. Una y media en clase de inglés. Third Conditional y Passive Voice, un chiste previsible y una canción. Tres y cuarto cuando se quemó la lengua con el café pero recién tres y veinte se dio cuenta de que le dolería todo el día. A las cuatro empezó a caminar y a las cuatro y media casi la pisa una moto. Eran las cinco y se tiró en la plaza de la esquina, en la lomita del fondo a esperar los veinte minutos que faltaban. Cinco y media y el Pelle cortaba Alvear. Una par de la Guardia Urbana intentaban contener la manada adolescente y al ver su poca disuasión se acordó de una palabra: Useless. Seis y cuarto y pensaba en la hora. Seis y media en recreo adelantado pasa por el cuartito a tomar unos mates. Emboca la cara de Altamira y le festejan el 0,8 puntos. Siete y cuarto en gestión de las organizaciones fingía escucharlo pero no dejaba de preguntarse si alguna vez su concentración le permitiría prestar atención a esa materia berreta. Ocho y veinte y al grito de los preceptores indiferencia. Ocho y veinticinco al pedido de Robert una sonrisa y adentro. Nueve menos veinte sin profesora con lluvia ¡pero esta vez se inunda el patio! Un par se atragantan en la ventana, juegos de remolino. Nueve y cuarto el cielo se caía afuera y Derecho Comercial sonaba a chiste. Las risas no se dejaban disimular. Diez en punto en la escalera con calidad todos juntos todos los días una felicidad rutinaria que dibujaba una sonrisa. Sonriendo cuando la mojó un 12 que pasó demasiado cerca y ya sino sonrisa pensó en qué bueno sería que ser feliz no significara una escalera y su vida no fuera tan plomiza como ese día.

Llamado a la aventura.

... sí a Machu Pichu. ¡Ay, qué ganas! Decímelo a mi. Pero ahora tengo trabajo. Pero podés venir igual. No, no... ¡Tengo que ir a la biblioteca te dije! Pero un ratito... Si a la noche igual no está abierta la Nacional. Pero no. No, tengo que escribir porque sino no llego. ¿Y mañana?¿Nos vemos mañana? Mirá, mañana tengo que ir al Museo Etnográfico y abre a la tarde y como no tiene fotocopiadora...¡ Ay chabona! ¡Así no te voy a ver nunca más! ¡Me abandonás por un trabajo y un viajesucho! Me parece que alguien necesita un poco de cariño... ¡Y no es un viajesucho! Mañana venite a la noche y vamos a un bar de acá a la vuelta, a Crónico que a vos te gusta el mozo. Ja ja Dale, quedamos así. Que te quiero. Que yo también.

Reticencia.

Ella también quería. (¿quería?) Cuando no escuchó más que el tono de fondo, igual se quedó sentada en la misma posición. Se sintió celosa y con ganas de ganarse ella la beca. Pero solo ganaban tres, si ella le robaba a su amiga su viaje nunca se lo iba a perdonar. ¿Qué necesitaba más, su amiga o su sueño? Y también estaba el miedo. Sentía una euforia que sólo él podía causar, un miedo de sólo pensarlo. Ella sola entre un montón de gente. Sola. Y lejos. Sola muy lejos. Era su sueño y por condición necesaria para ser sueño no cabía en sí de miedo. Ya habría otros viajes pero no otras Manuelas Luz. Ya iría a Machu Pichu y ya vendría la Ruta para ella también.
Ayuda sobrenatural.

Estaba en un barco que se deslizaba por un manto negro, negro impenetrable negro. El cielo era violáceo, de un violeta que sorprendentemente no le llamaba la atención. Ella estaba sentada en la proa (¿o era la popa?) vestida con esas ropas ridículamente amarillas. Sintió mucho miedo de que sus botas que pesaban piedra se le deslizaran del pie y cayeran. Un miedo que desapareció al grito animal. Su amiga se sentó a su lado y ella la miró. Estuvieron tanto tiempo escuchando la selva que se olvidó de dónde estaba y desde hace cuánto estaba. Parecía simplemente que estar ahí era pasado, su presente y su futuro. ¿Vas a hacerlo, no? Ella sonrió y el cielo ya no era violeta. Sí, voy a hacerlo.

Cruce del umbral.

Desde que ella sabía quién era y sus juguetes no eran más que un recuerdo arcaico de esos tiempos que se sienten pero no se recuerdan, nunca se había a un avión. Pensó que talvez era por eso que sentía ese cosquilleo en la punta de los dedos. Los carteles de perfumes en inglés le hacían pensar cuán extranjero parecía esa primera puerta a la Argentina. Si fuera de afuera, llegara a Ezeiza y viera esto, me sentiría como en casa. Pensó que en realidad su viaje ya había empezado. Ella que era de adentro se sentía afuera.
Saludó a sus compañeros de viaje e intentó no prejuzgar. Pero la rubia del interior que odiaba Buenos Aires era demasiado para una sonrisa de verdad. Probó con una falsa y funcionó. De Concepción del Uruguay le dijo y ella fingió saber dónde estaba. Entre Ríos agregó y ella se acordó de lo mala mentirosa que era.
Última foto y un saludo. Lloró pero sólo porque pensó que eso era lo que tenía que hacer. Hasta que en un momento ella misma se creyó sus lágrimas no por los que dejaba atrás sino por no saber que había detrás de la puerta. Pensar que estaría un mes y medio del otro lado de esa exacta puerta la estimulaba. Ahí estaba, esto era. Se acomodó la mochila al hombro y toda pintada de verde dio ese primer paso. Ya no miró atrás.

Mañana inusual para invierno porteño. La humedad del aire parecía condensarse en la ligera llovizna que molestaba pero casi no mojaba. Le costó acostumbrarse al calor. No tanto como al polaco pero definitivamente más que a los venezolanos. Respiro hondo el aire de ciudad. Se sentía tanto a Buenos Aires.
Todo le parecía gris, como si en ese rincón del mundo hubiera más tonos. Pensó que talvez el blanco y negro no existían en la capital. Por qué no. Y se asombró de que sí.
Sentada en el tránsito de las ocho de la mañana siempre en la misma autopista pensó llegar por acceso norte a Pilar pero la desconcertó un museo u un zócalo.
Se bajó de la Guagua o la bajaron y en medio de un mundo de gente se dio cuenta de que nunca había estado en ese lugar. Una plaza más tirando a grande que a chica, más tirando a fea que a linda, más tirando a céntrica que a lo que ella estaba acostumbrada. En una punta, una Catedral (La Catedral) que se imponía con el peso de Dios. Sobre otro costado lo que quedaba del centro de poder de antaño. Esa estructura que perdió funcionalidad y , sufridas las mutilaciones previstas, pasó a ser las ruinas históricas que ahí estaban.
Procesión obligada alrededor de la pirámide del centro de la plaza, en un círculo que se volvió amarillo, como ella, y divertido, como ella necesitaba que fuera.
Sonrió con otra chica amarilla mientras sacaba sus primeras fotos. Pensó que México no estaba nada mal.

Pruebas, aliados, enemigos.

Todavía era de noche afuera cuando ya era hora de despertarse. No tenía reloj pero no le hacía falta, sabía que eran las cuatro de la mañana. Sintió frío. ¿Qué pasó con el verano tropical?
Su compañera de tienda se levantó en un movimiento brusco y en dos más ya había guardado todo en la mochila y salió a desarmar la tienda. Ella se dignó a abrir los ojos y mientras estaba tirada todavía en su sobre, dedicó unos momentos a mirar la sombra quitando piquetas y desarmando varillas. Pensó en decirlo que no era necesario apurarse tanto aunque en realidad ella no sabía si eso era verdad. Es más, a juzgar por las luces de linterna que azarosamente recorrían el paño azul desde afuera, era probable que ya hayan estado despiertos todos los demás.
Cuando su compañera empezó a desarmar el iglú persé con todo y ella adentro, pensó en decirle que ya salía, que la ayudaba, que no hacía falta apurarse tanto. Hasta empezó a decirlo cuando se acordó que esa chica de Dinamarca no entendía una palabra de español. Miró el diccionario pesadísimo que generalmente ocupaba una esquina de la tienda y que ocasionalmente ella robaba para usar debajo de la almohada para que sea más alta, pero pensó que iba a tardar más buscando cada palabra e imaginando como pronunciarla que simplemente levantándose. Obstáculos entre ella y la felicidad. Sintió que para todo había cada vez más obstáculos.

Allisol le mostró que caminar descalza era más cómodo y ella, dubitativa, se sacó las botas. Dio un par de pasos y Allisol sonrió, como ver a Bambi aprender a caminar, dijo. Cuando se acostumbró a las piedras bajo la piel le prometió a su amiga ir a visitarla a Guinea y caminar descalzas por allá también. Era una promesa que en ese momento sonó a alegría y aunque sabían que no se iba a poder mantener, la tomaron como vino, como un deseo del corazón y se fundieron con el camino.


Patzcuaro era un pueblo donde no había estuches de lentes de contacto. Ella llevaba 5 días con las lentes puestas y tenía una necesidad imperiosa de sacaselas que no logró satisfacer aunque intentó ahogarla con una cantimplora de agua de Jamaica.
Igual disfrutó de su tiempo libre corriendo con Venezuela por las callejuelas que bajaban a la plaza del teatro y llegaron justo para una marcha interminable de música folclórica que disfrutaron de reojo desde las risas del café de la otra esquina. Fue ahí, entre icebergs y teleñecos, con los fuegos artificiales de fondo que se enamoró de España.

La primera vez se escondió tras la excusa del diario y la segunda contestó con un sí y dos no. La tercera ella misma se animó a dar charla sobre el clima y para la cuarta ya hacían muecas para la misma cámara. Esos teléfonos públicos que poco importaban a los lugareños se convertían en objeto de deseo de todas las alimañas y ella como tal no era la excepción. Haciendo fila podían pasar horas pero cada vez se sentía menos. Con amigos es mucho mejor y aprendió que si no los hay, mejor hacerlos. Cuenta la leyenda que un día el teléfono quedaba en la misma cuadra del banco del pueblo y que al usual desconcierto se le sumó una señora que se acercó y con mucho cuidado preguntó ¿contra qué protestan?

Alcanzó el sueño a las 2 de la mañana, cuando el cielo ya parecía amenazador. Pero la prepotencia de sentirse en un fuerte evitó que nadie dijera nada de la amenaza, una lluviecita no se atrevería. Pero el cielo se cayó y ella escondida bajo su capa amarilla se sintió seca y cansada. Pensó en quedarse ahí arriba durmiendo sobre el aislante y cubriendo sus cosas pero los truenos lo iluminaban todo. Ella sin conocer los caprichos de la naturaleza en ese punto del mapa decidió acompañar a sus compañeros que se escapaban de cada punta de la estrella. Le tocó esconderse en la sala del agujero, esa que dejaba ver los rastros de pasadas ruinas de un pasado colonial, de esa primer colonia. Le tocó dormir en el puente de vidrio, al lado del vacío. Si no me despierto arriba de ese cañón, mañana fiesta. Pero no todas fueron buenas cuando la mañana siguiente se despertó ella y todas sus cosas a salvo. Una chica cualquiera, desprolijo su paso, sin querer dejó caer su cantimplora. Ella la miró caer y se reprochó: no cantes victoria antes de tiempo.

Él fue a buscarla pero no se animó a nada más. Ella se sorprendió de su llegada y le ofreció lo único que tenía para comer, leche condensada del desayuno militar. Él aceptó y se sentaron en la oscuridad de la tienda prestada. Comieron en silencio y sin prender las linternas. Él la miró y ella se sonrojó. Se sintió muy tonta y le dio un beso. Él le contestó y ella se enamoró aún más de España.

Es la Ruta y a seguir. Que no fotos, que no me importa, que sin tiempo libre. Dormían de a cinco horas y subían volcanes como tarea diaria y ella les perdonó el malhumor. Pero estos monitores se agarraban con los ruteros, diversión a costa de alimañas. Rodilla rota lo sufrió. Que no te creo, que te lleves tu mochila, que no me importa. Y el médico agregó algo de prepotencia y un consejo: llevar la mochila, por la propaganda viste, pero vacía. Y sin lugar donde vaciarla. Ella incrédula no hizo más que ponerse roja por fuera aunque el odio y la bronca le hacían gritar por dentro tan, tan fuerte que tuvo que parar porque le dolían los oídos. Entendió el “Dios bendiga a la Ruta Quetzal y al banco BBVA” que rezaban algunos gallegos en sus diarios. En este mundo propagandistico donde no importaba la comodidad ni la historia médica se callo a si misma. Es la Ruta y a seguir.
Desde el principio estuvo entonces en la lista negra de rebeldes con causa. Lo peor fue cuando los encontraron en una tienda perdida entre las demás. Unos besos que le costaron una semana de ayudar a la cocinera y bajar los instrumentos cada vez que los del aula de música se les ocurría ensayar.
El otro castigo no resultó tal. Llegaron antes a Technotitlán, antes que todo el grupo que se quedó para una conferencia: Desarrollo y Evolución del caballo en América. Ella era chica y los chicos machistas, por lo que se fue a subir escaleras mientras bajaban un pesadísimo globo aerostático. Verlo inflarse lentamente fue monótono pero impresionante. De fondo una selva y unas pirámides, pájaros y sus cantos y pensó: es la Ruta.

Muchas veces uno siente que está en una película y ella en ese momento lo pensó. Faltaría música de fondo pero la base está. Alimañas vestidas de aventura con botas y camisa a tono. Con linternas y por túneles que más que transitables parecían pasadisos hechos para el escondite. Esas dos le daban vida a los recovecos que iluminaban.¿Indiana Jones era británico? No, no podemos contarlo como orgullo nacional. Risas. Más risas. Y fotos. Más fotos. Todo era más divertido con acento inglés. Bajo esa montañas sagrada que los estudiosos habían convertido en queso gruyere, esas dos sellaron una amistad que habría de soportar todo el Atlántico en medio.

Prueba traumática.

Cansada. Sólo podía pensar en lo cansada que estaba y en el dolor. ¡Cuanto dolor! Nunca había sentido como todo su cuerpo sentía desfallecer a cada momento, como cada paso en falso la hacía querer tirarse en el piso y no moverse más. Si no lo hizo fue por orgullo más que otra cosa. Aunque quisiera abandonar, tampoco la iban a dejar. Ella estaba acompañada y ahí, a medio camino entre el crater y la nada, las piedras en las botas le hicieron descubrir cuán fuerte podía llegar a ser.
Es cierto, tuvo que tirar su almuerzo apenas comenzada la caminata por que el peso de las mochilas no la dejaban avanzar.
Cansancio, hambre, ampollas, el mal de Monctezuma y el miedo a las alturas para llegar a la cima con la suela medio derretida, el pelo indescriptiblemente sucio y ganas de una erupción que nunca pasó. Fue un mediodía con mucho apetito y poca comida. El tiempo se enmudeció en relajación y panorámicas. Kilómetros al horizonte y el próximo destino, a pie por cierto, a penas se llegaba a vislumbrar en una esquina del mundo. Ahí sentada pudo ver el paisaje con ojos atenienses y llamarse Isabella. Porque aún sintiéndose desfallecer por el cansancio de la caminata y sabiendo todo lo que aún faltaba, sentada en esa piedra anónima ella se sintió completa y se sintió feliz. Se sintió en la Ruta y sonrió.

Recompensa

Era un punto en el mapa y en realidad no eran más que un par de cuadras alrededor de una iglesia, solo un pueblo escondido. Era un carnaval con todo y máscaras, orquesta y serpentinas, niños corriendo y abuelos en los portales. Era una postal de fiesta y alegría al compás de la música que se mezclaba en el aire con el olor de la comida. Una experiencia en cinco sentidos. Un festín preparado para esos extraños visitantes que inundaron aquel pueblo cubriéndolo todo de amarillo.
Era una comida después de un día sin comer y una ducha después de una jornada de caminata. Era una iglesia que hizo de hogar y un sueño reparador que borró todos los dolores y dejó para siempre una marca. Era Zacán.

El camino de vuelta

Las últimas horas fueron las más difíciles. Eran horas de saber que todo había terminado cuando ella todavía estaba rodeada de todo. Era extrañar y saber que eso nunca se iba a terminar. Deseaba tanto quedarse ahí. Deseaba tanto que fuera el día anterior por siempre, cuando todavía era fiesta y no tendencias suicidas lo que sentía. Estaba ahí y sabía que ese exactamente el lugar donde quería estar siempre. Una bandera y una firma, un saludo y una foto. Esas fotos que ya no se sentían a mickey mouse sino que comprendían amistad. Un último adiós y una promesa Rosebud rutera. Cartas y llamadas que se regalaban con un te quiero.
Ella se escondió del mundo un momento, necesitaba parar el tiempo dos segundos para darse cuenta que bien podría ser todo un sueño, que igual se terminaría al amanecer. Se permitió una sonrisa y se repitió en voz baja la frase del día: No llores porque terminó, alégrate de que sucedió.
Se colgó de caballeros y se besó con otros no tanto. Todo se terminaba, todo se terminaba. Se prometió un viaje al mediterráneo y unas vacaciones por Venezuela, un San Fermín de los mejores y un Madrid en pleno invierno. Se creyó poder ir a China, siempre que pasara primero por Marruecos. Una casa en Lituania y Eslovenia le ofreció dos. Colombia la soborno con la promesa de café y Holanda le recordó su quinta con caballos.
Pintarrajeada de afectos y cubierta de banderines estaba destruida por los vaivenes del viaje. Envuelta en un abrazo se largó a llorar. Se sintió muy maricona mientras el sol anunciaba el final y ella sentada en el bus no podía hacer nada más que llorar.

Resurrección.

Afuera podía ser Costa Rica, Gesell o el Tigre. Era Costa Rica, pero solo de casualidad. Poco importaba en realidad que pasaba fuera de esas cuatro paredes, puertas para afuera podía estar cayéndose el mundo y a ella no le interesaba. Ese momento era el que la había permitido vivir durante tanto tiempo. La sola idea de estar ahí la hacía sonreir.
Era feliz. Estaba rodeada de mochilas verdes, tal como lo había idealizado. Pensó en su mochila verde. Tanto tiempo escondida en el fondo del placard y en lo feliz que debía sentirse de estar ahí con sus hermanas. Ella se rió fuerte y claro. Si estaba pensando en la felicidad de las mochilas podía declararse oficialmente en estado de extasis, ese estado que no sentía desde... Pensó en la Ruta y miró sus botas. La Ruta. Se miró la camiseta. La Ruta. Miró a su alrededor. La Ruta. Sonrió. Ya no tenía que recordar ni revivir en su memoria, en ese momento se dio cuenta que no importaban cuanto habría que esperar, siempre habría un siguiente encuentro.

Exilir.

Estaba en Ezeiza una vez más. Ezeiza tan feliz Ezeiza. Corrió hasta que encontró la puerta. Esperó. Pensó en el tiempo que había pasado. Y esperó. Se acordó de los desayunos a la mañana y de las cenas en la oscuridad. Y esperó. Se acordó de Boadilla y ya no podía esperar más.
Sacó el cartel de bienvenida y con orgullo, sabía que había quedado lindo. Ahí estaba. 370 días desde la última vez. 60 lunes había sufrido despertándose sin Venezuela al lado.
Un vistazo y no hubo vuelta atrás. No se quitaron los ojos de encima mientras corrieron al encuentro. Un impacto y un abrazo, unas lágrimas y aún más risas. Pensó en cómo antes se preocupaba por si se seguirían queriendo como antes y como entonces entendió que no había espacio para la duda. Se querían como si el tiempo se hubiera detenido. Durante tres semanas fueron una. Arepas y asado pero mate sobre todo. Fiestas y un cumpleaños. Durante toda la estadía Venezuela se la confundió hermana y cuando ella dejaba Ezeiza sola, se dio cuenta que Venezuela siempre estuvo cerca.



Fin??

13.7.09

Esta semana fue de vacaciones... y no debería haber sido, porque la que viene llega una amiga de Suecia, así que intentaré esta semana hacer todo lo posible... Veamos, igual conseguí compañero de blog! Emiliano.. que raro, para no perder la costumbre.
De los territorios que compré, porque eran los estaban en ese momento y como después cerraron la fotocopiadora no pude comprar los que faltaban, no encontré nada que me "inspire"? No sé tampoco qué buscar en los territorios.... Un estilo? Una situación? Una estructura? ¿No es la idea que yo haga todo eso?
Como no pude comprar el territorio d e Misiones porque estaba cerrada the fotocopy place, dije ya fue y compré el libro de Caparrós, prometo empezar a hojearlo.
Por lo pronto empecé a leer un libro sobre la Ruta Quetzal de los 20 años, llorando en los colectivos y me paseé por los blogs de EL PAÏS que todos los años lleva un periodista a la expedición, quién va relatando las cosas día a día. No me acordaba de haber hablado con ellos en realidad, pero parece que sí.
Me decidí por escribirlo como un diario de viaje, voy a tratar de poner las fechas de verdad por lo que recurrí a mi verdadero diario, al que estuve hojeando y que me provocó nuevamente más lágrimas. Eso me asusta. No se si voy a poder escribir lo que de verdad me pasa cuando me agarra el amor. Cuando hablo una hora a Caracas y recibo mails de Eslovenia, planeo mis viajes con amigos de Praga y voy al Tortoni con mi amiga de Chipre. ¿Cómo hacerle justicia a un viaje que me cambió la vida? Un viaje que no hace más que cambiarme la percepción que tengo del mundo y de mi lugar, que hace que cuando camino de noche por Buenos Aires piense en otras ciudades, en que en tal lado es tal hora y que en tal otro es verano, no invierno.
Al ser diario de viaje puedo jugar con una estructura que no es tan determinante, no voy a tener que fozarme con frases introductorias ("al día siguiente cuando íbamos para Guanajuato" ¬¬) que siempre me suenan a separador de película de los Beatles, (especialmente Help!)
Al menos una entrada voy a pensarla como la consigna del "como si fuera un viaje e el tiempo a partir de la visita a ruinas" (pág 34 del cuadernillo no ladrillo), ya que estuve en algunos lugares copados. El ejemplo es sobre las piramides, pero tuve mejores anecdotas en el fuerte de Acapulco, en el Templo mayor azteca o en Tehotihuacan... Nosé, supongo que eligiré alguna.
Quería que el personaje no tuviera 16 años, pero muchas de las cosas que me salen de ese viaje tienen sentido a esa edad, el viaje está pensado para gente de esa edad. No sé. Podría ser un monitor que son más grandes, pero no puedo tener una idea de lo que es ser monitor (coordinador) para poder escribir sobre las experiencias de ese ángulo.
Voy a no hacer una introducción explicando el viaje. O tal vez sí. ¡Odio decidir de antemano!
Conclusión final: Sólo sé que no sé nada.

6.7.09

sobre el proyecto de escritura

¿Qué voy a contar?
Buena pregunta....

En principio la respuesta es muuy simple: no sé.

Pero pienso en viaje y escritura y hay sólo una cosa de la que quiero hablar: La ruta.
Vamos, si hasta pensé en hacerme un tatuaje hasta que me acordé que me desmayo cada vez que sacan sangre.
¿Homenaje? Tal vez
¿Melancolía? Puede ser
¿Mucho tiempo en Buenos Aires? Me rio de mi misma

Pero cuando planeo mi vida en torno a un viaje que ya pasó, cuando tengo en cada aspecto de la rutina algo que me recuerda a ese otro mundo mío me doy cuenta que mi trauma es más importante de lo que me gustaría admitir y ¿qué mejor excusa para recordarlo que tener que escribir sobre viajes?
Así que acá estoy, sin saber mucho de "Mi proyecto narrativo"... Podría ser tema la vaca... En Mexico y con la excusa de la Nao de la China.
¡Pero en el cuadernillo de China habla de chinos! mmm pero está buena la idea de que el personaje/a escriba poesía como el último texto. ¡Pero yo no sé escribir poesía! Pero puedo intentar. Pero ¿me voy a arriesgar a algo qué no me llama ni nunca me llamó? ¿Cómo que nunca te llamó? ¿Y Campos de Castilla? Pero volvemos a lo mismo: La ruta. Trauma. Tengo que escribir sobre la ruta. Es lo único que tengo claro.
Y que el personaje no va a ser autobiografico. Perhaps en primera persona, pero definitivamente no autobiografico. Pero se basa en una experiencia muy fuerte tuya. Pero no quiero limitarme a mi. Podría ser la amiga... ¿Y si es un hombre el protagonista? Podría ser. ¿En quién me basaría? ¿En Rubén? Lo tengo que llamar a Rubén mañana que empìeza San Fermín. ¡Que ganas de ir a San Fermín!
Si va a ser un diario de viajero tiene que estar en orden cronológico. ¿Y si lo escribo al revés? Tendría q verse un progreso, ¿pero en qué sentido? Y ¿lo va a ver el protagonista o se entiende en la lectura? ¿Y si termina con una carta sin destino (pág 27 del cuadernillo-no-ladrillo)?
Sumar un como si, detalles , detalles, muchos detalles. Descripción. La sensación gris del DF y yo sentirme tan amarilla, la sal del Pacifico, el calor de Acapulco, ¿euro? ¿qué es un euro? el caracol púrpura, ¡como los fenicios! El pájaro yiyu-yiyu, la chinita de amor, cantimplora en la cadera.
¿Camino del heroe? ¿Y como lo meto a Ulises barra Odiseo?

Tema: La Nao de la China.
Territorio: ¿?¿?¿??

?¿?¿?¿?

exacto.

3.7.09

Libros y gripe A, toda una paranoia

(Juro que no soy fan de rep)

2.7.09

Después de los comicios, un poco de humor no viene mal...