“Ha habido una herida y ahora me doy cuenta de que es muy profunda. Y el acto de escribir, en lugar de cicatrizarla como yo creía que haría, ha mantenido esta herida abierta”.
Al final, la escritura nace de un sentimiento que necesita encontrar su lugar en el mundo. Y somos nosotros los que tenemos que darselo. Materializar lo espiritual hasta hacerlo palpable, espiritualizar lo material hasta hacerlo invisible: ése es todo el secreto del arte.
A partir de aquí, un intento más de escritura.