30.6.09

Sobre una canción y una historia

Bronca cuando ríen satisfechos
al haber comprado sus derechos,
Bronca cuando se hacen moralistas
y entran a correr a los artistas,
Bronca cuando a plena luz del día
sacan a pasear su hipocresía,
Bronca de la brava, de la mía,
bronca que se puede recitar,
Para los que toman lo que es nuestro
con el guante de disimular,
Para el que maneja los piolines
de la marioneta general.
Para el que ha marcado las barajas
y recibe siempre la mejor.
Con el as de espadas nos domina
y con el de bastos entra a dar y dar y dar.
¡Marcha! Un, dos...
No puedo ver tanta mentira organizada
sin responder con voz ronca
mi bronca,mi bronca.
Bronca porque matan con descaro,
pero nunca nada queda claro.
Bronca porque roba el asaltante,
pero también roba el comerciante.
Bronca porque está prohibido todo,
hasta lo que haré de cualquier modo.
Bronca porque no se paga fianza
si nos encarcelan la esperanza.
Los que mandan tienen este mundo
repodrido y dividido en dos.
Culpa de su afán de conquistarse
por la fuerza o por la explotación.
Bronca, pues entonces, cuando quieren
que me corte el pelo sin razón,
es mejor tener el pelo libre
que la libertad con fijador.
¡Marcha! Un, dos...
No puedo ver tanta mentira organizada
sin responder con voz ronca
mi bronca,mi bronca.
Bronca sin fusiles y sin bombas.
Bronca con los dos dedos en Ve.
Bronca que también es esperanza.
Marcha de la bronca y de la fe...

"La marcha de la bronca"


No me acuerdo la primera vez que escuché esa canción, y por supuesto tampoco recuerdo cuál fuera mi primera impresión. Pero me acuerdo un momento en que significó mucho para mi. Fue en Diciembre 2001. Diciembre de sesiones maratónicas de estudio con mi papá, en esos lejanos tiempos de curso de ingreso al Pellegrini. Las materias de turno ese verano eran Historia Argentina y Geografía.
Yo era una nena, unos 12 años nomás y la mayoría de las cosas que leía duraban en mi memoria lo que alcanzaba en llegar la mañana, como suele pasar a esa edad.
Cada vez que me escenifico ese momento en el tiempo, me acuerdo estar sentada frente a los libros en la terraza, pensando en la ironía de estar encerrada al aire libre. De fondo siempre la televisión, siempre el noticiero.
Si bien en mi historia personal se estaban sucediendo muchos cambios, a nivel país estaban pasando muchas otras cosas, claramente mas significativas, de las que yo sólo tenía una ligera noción. Aún perdida entre mis cosas igual recuerdo perfectamente las imágenes de los saqueos, de la gente llorando, la violencia, de las bombas lacrimógenas. Me acuerdo de las muertes. Cuando evoco la noche del estado de sitio, me veo sentada en medio del cruce de avenidas frente a un fuego piquetero y cacerolas de familia. Bronca, repudio, desesperanza, el no tener futuro. Yo no entendía realmente nada, ahora me doy cuenta.
Al día siguiente, mientras hojeaba los libros, violeta el de geografía y verde el de historia, encontré una canción a modo de anexo en una unidad. Bronca de la brava, de la mía, bronca que se puede recitar... Aún con toda mi inocencia vi reflejado todo lo que estaba pasando. No hace falta que ahora haga un análisis verso por verso para ir mostrando las similitudes, salta a la vista. Si bien fueron coyunturas totalmente diferentes, problemas sociales totalmente distintos, ahí estaba yo, una nena que no entendía nada, pensando que todo era muy parecido para ser considerado cosa aparte.
Yo soy de las que va a las marchas que están bien. Esas a las que está bien visto ir. Pero a diferencia de muchos otros que podrán ir por lo que sea que vayan, yo realmente voy con un propósito. Uno que se renueva todos los años y tiene que ver con la memoria. ¿Qué sentido tiene sólo recordar? Si vamos porqué sí, no tiene más sentido que quedarse en casa y verlo por el noticiero. Cada año se renuevan las consignas, o deberían. Y a las reivindicaciones, a esta altura históricas, se le suman todos los años unas nuevas. Julio Lopez, anti-marcha contra la inseguridad y hasta fuera yanquis de Irak. Son todas banderas que como pueblo necesitamos mostrar, que mantienen una esencia de reivindicación.
El 24 de marzo quedó marcado como un día terrible para la historia argentina. Pero, ¿podemos decir que sus consecuencias pertenecen al pasado? Cuando las figuras públicas salen a decir que es hora que el pueblo deje las cosas atrás y siga para adelante, que los derechos humanos de algunos no deberían tomarse en cuenta, ¿podemos ir sólo a la marcha a caminar?
En el aniversario de este año yo estuve presente. Yo tuve mi causa y mis deseos para el futuro. El mismo día al que la Nación le dedicó solo 7 párrafos.

Las dictaduras podrían ser buenas, pero no lo son. Porque la dictadura ilustrada es una utopía. Y las militares son las peores.
Jorge Luis Borges